Vivimos en una etapa de transición, de revolución a la libertad, a lo distinto, a romper los patrones impuestos por siglos de opresión. El siglo XXI es el de empoderarse, el de ser.
Cuando hablo de igualdad y no discriminación, siempre parto de la idea de que cada uno, aunque iguales en esencia, somos distintos en formato, ya sea en apariencia, gustos, pensamientos... Y nadie, por esta distinción debería estar mejor o peor valorado en la sociedad en la que vivimos. Venimos arrastrando desde siglos anteriores que las cosas deben ser "negras" o "blancas", y ahora se está incluyendo el "gris" como término a lo distinto. Pero ¿por qué añadir otra categorización y no simplemente aunarnos todos con nuestras discrepancias en la "gama de grises" siendo símbolo de unión y tolerancia?
Voy a contar como experiencia personal una de las primeras veces que me sentí señalada y juzgada, por simplemente amar a personas del mismo sexo.
Un grupo de amigos fuimos a un restaurante a celebrar el cumpleaños de uno de ellos, el local estaba lleno, no solo por nosotros si no también de otras personas, de madres y padres con sus hijos, parejas pasando la noche... Después de estar un rato riéndonos, comiendo, y charlando, mi pareja me dio un pequeño beso. Al momento una señora que estaba con sus hijos, la cual nos había estado observando desde que entramos, se levantó, se dirigió hacia nosotras y señalándonos con el dedo dijo en voz alta: "os podrías cortar un poquito, no veis que hay niños delante (señalando a sus hijos), os debería dar vergüenza". Nosotras le contestamos con educación que no estábamos haciendo nada malo, y volviendo a gritar nos respondió: "Lo que estáis haciendo es antinatural, que le digo ahora a mis hijos".
No seguimos justificándonos. La señora nos discriminó de forma directa y abiertamente por ser homosexuales, también hizo comentarios hacia nuestros amigos de como toleraban y permitían nuestro comportamiento (discriminación por asociación).
¿Cómo le iba a explicar ella a sus hijos nuestras muestras de amor?, pero también ¿Cómo iba a explicarle ella a sus hijos las muestras de amor del resto de personas heterosexuales del local hacia sus parejas?.
Justo ahí está la clave, en la educación. En una educación inclusiva, tolerante y no discriminatoria, enseñando a nuestros hijos que la sociedad es una bonita gama de grises, en la que cada uno es importante y especial. En la que nadie y todos somos perfectos. En que en la variedad y recombinación está la evolución. Y sobre todo en tratar a los demás como nos gustaría que nos tratasen a nosotros.
Luchemos juntos por el respeto reciproco, el respeto a la diversidad.
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